llegó la hora de respirar soledadde sentir, de hablar con las sombras
de pasear con la soledad de la noche
De resumir el día olvidado
de preparar el día siguiente
de encontrar entre sombras y luces
a una mujer y su amante
Calles poco profundas sin gente
desolado paisaje que intenta desesperado
recuperar el aliento del caótico día
olvidado de la mañana, de la tarde
De la escena que enloquece
con gente extraña que no es lo que parece
de la oscura calle donde nunca amanece
con voces de fondo sin sentido
La noche cae sobre mi ciudad,
humedad dulce que cala en la oscuridad
que se pega en el alma oscura del hombre,
en las calles, los bancos del parque
Ciudad alumbrada por oscuras farolas
de vida inerte, de gente extraña, irreverente
que pernocta con la ciega fortuna
que seduce una extraña mujer
llamada suerte
Supervivientes del día,
moradores de la noche
seres de fantasía que desean
que no amanezca nunca,
que el crepúsculo se ancle
como el barco de la eternidad
que lucha desesperado
para evitar su suerte
Plazas sin voz
sin domicilio fijo, sin destino cierto
esperando pacientes el nuevo día
el amanecer silente
Estatuas de piedra inmóviles
que reviven su figura al verte
como la "Madrugá" de Abel Moreno
que abre el corazón
que oxigena de aire la ciudad
la negra noche
El espacio entre lo terrenal y lo divino
el suave latir de los edificios inespugnables
como fortalezas que rinden homenaje
al viejo barrio, al callejón,
a la travesía, al pasaje
JMLA - 25 de septiembre 2016